Tú, el Everest o nada.
Ella puede no querer toda la verdad, pero si quiere que seas tu mismo. Puede no quererla ver de golpe, pero quiere verlo.
Tu trabajo es no arruinarlo todo.
Es lo que hacemos todos: nos lanzamos, y esperamos poder volar. Porque si no es así, caeremos como piedras. Y durante la caída nos preguntamos: ¿se puede saber por qué he saltado? Pero aquí estoy, cayendo. Y sólo hay una persona que puede hacerme creer que vuelo: y eres tú.
Los principes azules siempre acaban destiñendo
¿Realmente crees la última frase que escribiste?
ResponderEliminarPara volar no hay que tener dudas.
ResponderEliminarUn gran saludo.